sábado, 22 de febrero de 2014

Día 8. La cordillera blanca, la cordillera negra y la ciudad de los reyes...



Como siempre, el plan es salir a las 6 muy am, estamos listos para salir y terminando los últimos rituales de las motos a eso de las 6:30, hora a la cual pasamos a un negocio al costado de la posada donde estamos para tomar el desayuno y arrancar nuevamente, esta vez, el destino es la ciudad de Lima, punto de partida del Rally Dakar de este año (2013) y objetivo principal o "excusa" para este viaje.  Salimos pocos minutos antes de las 7:00 am, siguiendo la dirección que traíamos el día anterior, rumbo al sur, paramos a tranquear las motos a pocos kilómetros después de Huaraz.
 
Plaza de armas de Huaraz

Plaza de armas de Huaraz

Postal

Postal

Sobre la vía

Sobre la vía

Postal

Postal

Buen frio, buen paisaje

Postal

Con Álvaro sobre la vía
 
Panorámicas


Panorámicas


Luego de esto y después de pasar un peaje comienza un ascendente y hermoso camino acompañado de un "verdor" nunca antes visto por quien escribe en todos mis viajes al Perú, aún vamos acompañando el río Santa o al menos uno de sus afluentes, el cual, obviamente de un cauce bastante disminuido, al costado derecho aún continúa la cadena de picos y picos incontables pero de una belleza sorprendente y extasiaste, definitivamente cada kilómetro que avanzamos en este viaje es más y más emocionante y enriquecedor. Estamos en el Callejón del Huaylas.



Postal
Postal
Paramos a tomar más de una foto, de esas tipo postal, ya que el paisaje se presta para ello; desde que salimos de Huaráz unas dos horas atrás hasta la laguna de la Conococha, el camino ha sido ascendente cada vez subiendo más y más, los puños calefactables están encendidos, tengo puestos los guantes de "invierno" y aún así el frío logra colarse en las manos y en el cuerpo, son 4100 msnm la altitud alcanzada en la laguna mencionada, es el punto de mayor altitud lograda en este viaje, y hasta ahora el punto de más altura logrado por mi en moto.
Postales
Laguna de la Conococha
Laguna de la Conococha

En este punto tomamos un ligero tentempié, pan con queso casero bastante rico, justo al frente de la carretera hacia la Conococha; para luego comenzar el descenso de la montaña, es un lindo paisaje, tanto la montaña como el descenso... 



El descenso, como siempre que hago un descenso de montaña, genera somnolencia, por esta razón tenemos que parar más de una vez durante este, para estirar las piernas y despertar un poco la cabeza; este descenso también es corto, y antes de dos horas de camino hemos bajado de la sierra, aunque a ciertos kilómetros aún de la carretera Panamericana.

En el descenso, el galón de aceite aun sin destapar...

El descenso

El cambio de paisaje de montaña a desierto

Álvaro

El descenso

En 2 Ruedas...



Cerca del medio día estamos llegando al cruce con la carretera panamericana, a la altura de Paramonga, hemos vuelto al camino directo hacia Lima, nuestra aventura e el cañón del pato se ha acabado...
La Panamericana


Continúa entonces un tramo soleado, como todos los días desde que partimos (exceptuando la llegada a Santo Domingo de Los Colorados, en Ecuador, y un par de nubes que nos acompañaron hasta la ciudad de Quevedo), sobre una muy buena vía panamericana, hecha en doble calzada  sobre una gran mayoría de sus tramos. 

El cruce de la carretera que viene de Huaraz, con la Panamericana, reviste cierto verdor medio tropical, con unos cultivos de caña en cercanías de Paramonga, de resto, el camino hasta Lima, es una vía que interrumpe el continuo desierto...
Desierto infinito...
Sobre la panamericana en el Perú hay peajes, que son gratis para las motos, sin embargo no existe un carril único para este cruce, en ocasiones es necesario atravesar la vía de manera perpendicular, buscando el borde de las casetas, para cruzar la caseta.


Los avisos de la carretera y el GPS nos anuncian la inminencia de nuestra llegada a Lima, el Dakar está cerca, tantos años esperando, soñando, queriendo, imaginando el viaje con la misma magnitud con que se ha disfrutado.


Un par de kilómetros antes de la entrada a la región metropolitana de Lima, está la bahía de Ancón, la cual reviste una cierta magia y belleza, en especial vista desde la montaña de arena y roca por la cual escala la panamericana justo antes de llegar a esta población.

Aproximadamente a las dos y media de la tarde cruzamos el aviso que nos indica la llegada a la ciudad de los reyes, o al menos a su área metropolitana, un par de kilómetros después tomamos el desvío que de la Panamericana lleva hacia el Callao y el aeropuerto, pues es la ruta más fácil que conozco, además nos permitirá entrar a la ciudad por la panorámica y agradable vía Costanera.


He venido a Lima las más de las veces, (aproximadamente 10 veces, como atestigua el pasaporte) pero nunca he sentido la gracia y la victoria de esta ocasión, cuando llego en mi propio transporte, por mis propios méritos y presupuesto, ¡Qué maravilla!


Ahora bien, por eso, y otras razones no me gustan las grandes ciudades, el tráfico es sencillamente insoportable, ocasionado por la cantidad de carros y además de la no muy ortodoxa forma de conducción limeña. Luego de cruzar el Callao, buscando la salida para la costanera, encontramos el aviso que nos indica que la misma se encuentra cerrada por reparaciones, por lo tanto continuamos por un par de vías paralelas a esta hasta que logramos bajar en Magdalena del Mar.


Es en este mismo lugar, Magdalena del mar, donde se encuentra el campamento de largada del Dakar, el cual se ve maravilloso y majestuoso desde la parte superior del acantilado.  Sin embargo estamos demasiado cansados como para entrar de una vez al campamento, decidimos entonces ir a este, mañana temprano y dedicarnos hoy a descansar, guío entonces al amigo Álvaro, desde la Costanera, hasta un par de cuadras antes del hotel y nos despedimos, mañana nos veremos.


Yo estoy totalmente emocionado por la llegada a Lima en la moto, en lugar de ir directamente a la casa de mi buen amigo Jorge Díaz (sponsor número dos de este viaje, el primero soy yo), quien me brindara posada en su casa por el par de días que me encuentre en Lima, me voy directamente hacia la oficina de la empresa, pues es allá donde estará mi buen amigo, además de los compañeros de esta oficina a quienes quiero saludar, pues hace poco termine un proyecto en fuerte colaboración con ellos.


Ya he llegado a dos oficinas de la empresa, sobre mi moto, la sede de Medellín, y la sede de Lima.  El conserje del edificio no me reconoce por la ropa de la moto y el casco, obvio, ademas porque llego y parqueo en el garaje disponible en la oficina. (El gerente esta en vacaciones en Colombia)
 
Destino:Lima.  80931 km

El carro de mi amigo Jorge y mi moto

 
Con mi amigo Jorge (el Diitaz!!!)
En la oficina saludo a los muchachos, a Jorge y a Virginia, una de las compañeras más antiguas de esta oficina, casi desde su fundación, y con quién se ha creado un vínculo laboral, de amistad y de mutua colaboración, razón entre otras por la cual le tengo en una muy alta estima.  También se encuentra el Ingeniero Trillos, un personaje iconico de la empresa en la que trabajo.
 

A la oficina llego cerca de las 5 de la tarde, ya los compañeros andan en función de salida, por lo tanto todos van en el "colectivo" Miraflorino, como llamo con cariño al carro de Jorge, quien en este transporta a todos los que van rumbo a este distrito o a sus cercanías.


Arranco justo detrás de ellos, aunque conozco el camino con sobrada precisión, pues justo antes de iniciar este viaje, estuve trabajando dos meses en Lima, y viviendo en la casa de mi gran amigo Jorge, por lo tanto era un pasajero asiduo del colectivo Miraflorino.

Luego de cuatro cuadras de ir detrás del auto, es necesario detenerme en un semáforo, justo sobre la vía expresa.  Cual sería mi sorpresa y extrañeza al arrancar del semáforo, siento un tirón al soltar el clutch (embrague) y la moto continúa normal, pero al tener que detenerme después e un cruce, y tocar el clutch siento que este no tiene tensión, al detener la moto, esta se apaga, pues este es su estado normal de operación; me inclino a revisar la palanca de abajo del clutch, la que entra a la caja, buscando que esta no se mueva al activar la palanca, ante lo cual recibo de la moto una respuesta negativa; la palanca que entra a la caja se mueve perfectamente, la guaya de acero está en buen estado. 


Me apeo de la moto, tratando de revisar mejor, la búsqueda es totalmente infructuosa, el problema esta adentro de la caja, el carro de Jorge que se había adelantado, se detiene a esperarme, y se acercan a ver que me paso, mi respuesta fue: "algo le paso al clutch o a la caja, los cambios no entran", la pregunta inmediata procedente, que yo también ya me había hecho mentalmente, ¿Qué hacemos?


Bueno, sigamos, yo la empujo a ver cómo me va, mi moto es muy cómoda, siempre que uno va andando, pero la idea de empujar una mole de 250 kg en seco, sumado a dos maletas llenas de equipaje para ella y para mí, un galón de aceite y la chaqueta, el pantalón de protección y el casco, no me agrada totalmente.  Verifico que cuando la moto esta apagada es posible hacer los cambios, de primera a neutro, neutro a segunda, etcétera; así que se me ocurre una gran ociosidad, vamos con la moto en primera hasta la casa de Jorge.  
"Jorge, apoyame detrás con las estacionarias del carro" le pido, el accede sin reparo y sin indagaciones.  Pongo la moto en neutra, la enciendo y comienzo a empujarla para que tome un cierto impulso, luego. Provisto de una cierta habilidad física de la que no me sentía capaz, logro subirme a la moto poniendo el pie izquierdo sobre el calapie y pasando el derecho por encima de las maletas, la silla y toda la moto, hasta poderme sentar tal como se debe sentar uno sobre la moto; todo esto con la ropa de protección, las botas de enduro que no son las más cómodas para correr o hacer acrobacias, el casco, el camelback y todos los aparejos que llevo para el viaje; luego de estar adecuadamente sentado, y de ver que la moto sigue rodando, encendida y con el impulso suficiente, hago una brutalidad que me estremece hasta los huesos, le meto la primera marcha a la caja sin el clutch, ¡ay dolor! La caja de cambios traqueó y sonó de una forma horrible que me dolió más a mi que a ella, pero bueno, avancé un par de cuadras hasta que un semáforo en rojo me obligo a detenerme y claro a que la moto se apagara, justo para cruzar la avenida Arequipa, la que tuve que cruzar empujando los más de doscientos kilogramos de moto y equipaje. Repetí el procedimiento anterior, aproximadamente unas tres o cuatro veces, detenido por los semáforos en rojo, aunque en algunos, que acababan de cambiar del amarillo, tome la ilegal y peligrosa decisión de cruzarlos, esto para evitarle más golpes a mi moto y a mí, que sentía que ya no podía volver a vencer la inercia de más de doscientos kilos en reposo total con la comodísima ropa que tenía para ello.


En ese frenesí de adrenalina, cansancio y tristeza perdí el rastro del carro de Jorge, pero logre llegar hasta su casa, donde el llego justo cinco minutos después.  Por la ventana se asuman Jacobo y Ana Sofía, los hijos de Jorge, y Natalia, su esposa, los cuales me saludan, en especial Jacobo, como siempre de manera efusiva.

Bajo las maletas de la moto, me quitó la chaqueta y el casco, justo en ese momento llega Jorge, me abre el parqueadero para entrar la moto, la cual toca entrar empujada por una pequeña pendiente.  Sigue siendo brutalmente pesada.


En la casa de Jorge me reciben, como siempre, como si fuera mi casa, es realmente una familia bien especial, a quienes aprecio y quiero bastante; descargo mis maletas en la alcoba de Jacobo, quien gentilmente me la presta, y bueno, saludo, pero me preocupo; me siento en el suelo y me acurruco a pensar... ¿Qué haré? ¿Qué hago? ¿El viaje se acabó? ¿Qué carajos le pasó a la moto? ¿Se daño el clutch que cambié antes de salir de Medellín? ¿Cómo carajos la voy a arreglar? Tan preocupado y desanimado estoy, que Jorge se acerca a entregarme parte de la financiación del viaje (Negocios que uno hace en procura de sus sueños, y amigos que le secundan esos embelecos a uno) y ni soy capaz de recibirla, no tengo cabeza para eso. Estoy unos 20 o 30 minutos en esas divagaciones, trato de contactar por internet al mecánico en Medellín, son las 6 de la tarde, es casi imposible; además, estoy cansado, sudado, tal vez no huelo de la mejor manera posible, tal vez mañana piense de una mejor manera y logre encontrar solución a mi problema.


La conclusión del momento fue: "Si ya no puedo hacer nada para corregir y arreglar mi situación, ¿para qué me preocupo?"; la conclusión del día es: "Un día a la vez" (luego sirvió para aplicarla al resto del viaje).


El día se acabó, llegamos a Lima, estamos sanos, salvos, el Rally arranca en escasos dos días, la moto esta varada, pero el día se acabó, mañana vendrán nuevos problemas, soluciones y aventuras: "Un día a la vez"...


P.D.1.: He cumplido una parte del sueño de mi vida: Recorrer Sudamérica en moto, sin duda me faltan decenas de miles de kilómetros por recorrer, y lugares por conocer y vivir, pero aún hoy, con el sentimiento agridulce que causa tener la moto varada, estoy totalmente orgulloso de mi mismo y feliz...

P.D.2.:  "Piensas mucho cuando vas montado sobre la moto, sobre la vida, el amor, la muerte, la moto, el paisaje, el calor, el frío, el viento, la montaña, el desierto, en vos, en ella, en mama, en papá, en todo...
Hoy estoy en Lima, mañana no se, estaré donde mi moto me lleve, no cambiaré esa sensación de sentir el viento sobre tu cuerpo, de sentir que tu máquina es una extensión de tu cuerpo por nada del mundo...
Llegue a Lima en MI MOTO, una ciudad a 3500 km de mi casa, que solo conocía por avión, ahora la conozco mejor, la he conducido, y mejor aún, le recorrí toooodo el camino desde casa...
Ha quedado chuleado también el Cañón del Pato, todo un reto, un desafío, que ruta, solo unas decenas de kilómetros, pero es la ruta mas exigente y peligrosa que haya hecho hasta este momento, y la hicimos, mi niña y yo...
Mañana será otro día, esto se compone!!! Se tiene que componer..."

lunes, 3 de febrero de 2014

Día 7. Cañón del pato



Huanchaco, 2 de enero, antes de las cinco de la mañana estamos levantados, Santa está a unos doscientos kilómetros, y es el desvío esperado de la carretera Panamericana hacia el Cañón del Pato, comienzan los rituales sencillos y de todos los dias, chequear las maletas, revisión del aceite y respectiva requintada para mantener el nivel requerido, jamón, queso y pan para el camino, todo está muy bien, es hora de salir.  Como aún el cilindro derecho sigue sudando aceite, hoy ensayo una "curación" para tratar de corregir esta situación, teflon en el borde del empaque donde está la “sudoración”, pequeños rollitos de papel higiénico para absorber un poco el exceso, y por último un recubrimiento de cinta multiusos tipo "Macgyver"; esto no va arreglar el problema de filtración de aceite del motor, pero al menos tratare de controlar el desastre que está haciendo el aceite en mi bota derecha, mi pantalón, mi maleta y todo el costado derecho de la moto, que en combinación con la arena que el viento le lleva a la moto, pues se convierte en una linda costra de lodo areno-aceitoso...

Arrancamos alrededor de las 5:30 am; aún esta oscuro el cielo, tanqueamos a la salida de Trujillo, ahora sí, derecho y sin obstáculos hasta Santa...
Hora de salir 1...
Hora de salir 2...
 
Curación de la culata
El camino está sin obstáculos, sin olvidar además que desde que uno sale de Colombia, la vía Panamericana tiene un magnífico estado; ese estado, sumado al poco flujo vehicular de la madrugada, a la inexistencia del viento del poniente y a que la “curación” del cilindro funcionó (por lo menos ya no chorrea tanto aceite sobre la bota y la moto) me permite emocionarme, haciendo unos cuantos tramos sobre unos cómodos, aunque ilegales, 120 km/h; luego de un par de minutos me doy cuenta que Álvaro no está, recuerdo que debo mesurarme y esperar mi compañero, no viajo solo...
Tiempo después, a eso de las 7:30 am llegamos a Santa, hora de buscar con el GPS, y sus no tan completos mapas bajados de internet, la salida al cañón del pato, la cual se encuentra a la izquierda de la panamericana, cerca de la entrada a Santa; es así como nos encontramos con el río Santa, al cual seguiríamos todo su cauce hasta las montañas de Huaraz. 
Tenemos presente que en el cañón del pato hay un tramo largo sin gasolineras (no tan largo como el desierto de Sechura de ayer) y que las motos no tienen el mismo rendimiento sobre el camino destapado que sobre el asfaltado, por esto tanqueamos en cuánto grifo encontramos subiendo desde la Panamericana hacia el Cañón; Álvaro, muy precavido y esperando que no tuviéramos problemas por este asunto, volvió a llenar el galón de repuesto; ese que viene acompañándonos desde Medellín.
Rodando camino al oriente por el camino al Cañón del Pato una hora después de la entrada de la panamericana llegamos a un pequeño caserío, llamado El Castillo, paramos en una tienda, donde ofrecían causas; yo ya había probado la causa, sin embargo esta era muy diferente a la causa Limeña, pues esta consistía en pescado cocinado, yuca, papa, cebolla y tomate guisado, muy ricas, pa’ que...
 
Llegando al Castillo

Al fondo, el rio Santa 1

Al fondo, el rio Santa 2

Al fondo, el rio Santa 3

Al fondo, el rio Santa 4

Al fondo, el rio Santa 5

Luego de esta pequeña parada, continuamos el camino, haciendo las paradas respectivas, muchas, aunque en este caso, muchas no son tantas, para tomar cuanta fotografía y video quisiéramos o nos pareciera bonito, el paisaje quita el aliento, la vía destapada es una delicia, y la promesa de escalar la montaña por los túneles, al lado del bravo rio Santa es totalmente emocionante y excitante.
Tan emocionante es que en una de tantas paradas a tomar un par de fotografías, y mientras Álvaro se apea de su motocicleta, algo le pasa a su pie, se enreda con la moto, causando la caída de ambos, la caída de una moto en un viaje siempre es preocupante, inclusive mientras esta se encuentre detenida, pues no es la posición natural de la misma, además lo último que queremos en este momento en el lugar donde estamos, es tener algún tipo de avería mecánica que nos impida continuar nuestro camino y nos abandone a nuestra suerte en este lugar, ciertamente un poco inhóspito; este fue el motivo por el cual corrí a socorrerlo de manera inmediata, no hubo tiempo para reír (porque la caída si fue muy boba, pa’ que), no hubo tiempo para fotografiar la moto, fotografía que indudablemente hubiera enriquecido mucho más este relato; afortunadamente fue una caída sin consecuencias ni complicaciones, luego de sabido esto, ya si nos podemos reír del asunto.

Panorámica luego de la caída

El paisaje 1
El paisaje 2
La ruta
Continua el paisaje desértico, la combinación de áridos colores, estrechos túneles en los cuales no ves la luz al final, el caudaloso rio Santa separado de la estrecha carretera solo por un abismo, que buena ruta, que buen viaje, que buena vida!  La adrenalina y la endorfina están probablemente en sus más altos niveles de lo que llevamos de viaje…


Los primeros túneles 1

Los primeros túneles 2

Los primeros túneles 3

Los primeros túneles 4

El camino es bastante solitario, solamente con la presencia ocasional de un par de pequeños buses y camiones y unos cuantos caseríos.

Túneles 1

Túneles 2
Túneles 3

Túneles 4

Túneles 5
Cada cierto tiempo paramos por la emoción, la sorpresa, las endorfinas y la adrenalina para tomar cuánta fotografía o video consideráramos hermoso o valioso.  Por cuenta de esto, en tres horas de viaje solo habíamos avanzado unos cuantos kilómetros, pero no importa, este es otro de los hitos intermedios del viaje, estar cruzando el Cañón del Pato, aquel cañón imponente y amenazante ilustrado en series de televisión de aventura, y vendido como una de las rutas más peligrosas por cruzar en el continente y en el planeta. 


El Cañón del Pato está lleno de túneles a lo largo de todo el camino, tantos que luego de varios kilómetros perdimos la cuenta (el pasteleo hecho en internet habla de 46 túneles), también nos acompaña a casi todo el costado del camino el revoltoso, fuerte y turbio río Santa, y un paisaje increíble de cañón rodeado de tierras áridas y una cantidad inmensurable de rocas, en algunos puntos inclusive se ven caer pequeñas rocas (afortunadamente y para nuestra suerte, son pequeñas y ninguna nos golpea).
Paisaje 1

Paisaje 2
Cuando cruzábamos un pequeño curso de agua canalizado en el camino, la moto de Álvaro, quien iba delante de mí, comenzó a echar humo.  Creyendo que era la evaporación del curso de agua espero que no siga saliendo más humo, pero como esto no pasa, le pito y le aviso acerca de esto.  
Al orillarnos y revisar el porqué del humo de la moto, descubrimos con sorpresa y con un poco de susto y de suerte, que uno de los tarros de aceite que Álvaro llevaba como equipaje en la moto se fue moviendo por el baile del off-road, lo cual ocasionó que el tarro de aceite contactara el mofle de la moto, y este, en contacto con el escape caliente generaba la quema y la evaporación del aceite, de ahí la razón del humo.  La nuestro susto, pero que fue una suerte que no hubiera pasado, fue el hecho que no hubo llama en esta quema, lo que hubiera generado reacción en cadena y además que el tarro que se pegó al mofle fue el aceite, y no el tarro de gasolina que Álvaro llevaba.  


Esperando a Álvaro

Esperando a Álvaro
Al haber parado de manera rápida y no planeada, no buscamos sombra (elemento bastante escaso por cierto) para tal fin, sólo paramos en el punto donde nos percatamos del incidente, el cual estaba ya bajo el sol inclemente del medio día; en este punto estuvimos cerca de 20 minutos mientras Álvaro organizaba el aceite, y el equipaje de la mejor manera posible, mientras yo ayudaba en el momento que podía ayudar, el cual fue el desatado del aceite, pero el reatado y organización del equipaje si corrían por su propia cuenta.  El sol inclemente, el calor acumulado y el hecho de vestir los aparejos de viaje, estaba ocasionando que sintiera pequeños mareos y una cierta visión estelar, por esto decido adelantarme un poco en búsqueda de alguna sombra esquiva para disminuir dicho calor generado y acumulado; al bajar la moto de su gato central, la llanta trasera cae sobre mi pie, desequilibrando la moto, cuyo peso me gana y hace de las suyas, cayéndose hacia el lado derecho...
Debido al golpe de calor y al cansancio, al peso de la moto con el equipaje y a la posición en que esta cayó, no fui capaz de levantarla solo, por lo cual Álvaro me ayuda; van dos caídas, las dos únicas en el viaje, ambas en el mismo tramo de viaje, alegremente ambas sin consecuencias...
Poco después de las 13:00 llegamos a lo que asumimos como la mitad del camino, luego de atravesar charcos, rectas acompañadas por el cañón y el río y tunes y más túneles.  En esta mitad del camino asumida, encontramos una de las únicas fondas o estaderos del camino (al principio del camino destapado se veían algunas casas, algunos restaurante y tiendas que luego no se volvieron a ver) en este sitio decidimos parar a hidratarnos, comprar agua y comer, el lugar no nos causó la suficiente confianza como para comer ahí, razón por la cual nos decidimos a armar los sanduches con el jamón, el queso y el pan comprado la noche anterior en Huanchaco...
Que sorpresa al abrir el queso, el cual iba guardado en mi camelback, pues este se encontraba totalmente derretido, como si hubiera estado en un horno microondas por un par de segundos, curiosidades del viaje.  En el tiempo que estuvimos en esta parada, llego un bus que habíamos adelantado kilómetros atrás, y bajaron algunos pasajeros también a comprar refrescos y agua. 
En el "Estadero" 1
En el "Estadero" 2
Hasta este punto del camino, la ruta había sido ascendente aunque con bajas pendientes, sin embargo a partir de este sitio comenzamos a escalar un poco más, haciéndose estas (las pendientes) un poco más pronunciadas, comenzábamos a escalar la cordillera, haciéndose entonces presente caminos zigzagueantes trepando laderas, curvas ascendente con vistas espectaculares, pero a su vez escalofriantes, con el cañón como telón de fondo, con algunos episodios de flora y hasta palos de mangos, pero predominando todavía la aridez que nos ha acompañado la mayor parte de esta jornada.
Paisaje 1
Paisaje 2

Paisaje 3
Paisaje 4

Paisaje 5
Paisaje 6
Paisaje 7
Paisaje 8





Unos kilómetros antes de llegar a la central hidroeléctrica del Cañón del Pato, donde algunas de las instalaciones de la empresa hidroeléctrica se funden sin frontera con las instalaciones del pequeño caserío (en realidad son compartidas) comienza a verse actividad minera, carros de carga y las fácilmente identificables camionetas mineras, rodando por desviaciones del camino principal con avisos de prohibido pasar...
Nos detenemos en la entrada de la central del cañón del pato, en la cual tomamos la fotografía de rigor, para continuar escalando por un cada vez más empinado y estrecho camino.
Central Hidroeléctrica Cañón del Pato 1
Central Hidroeléctrica Cañón del Pato 2
Iglesia
Un par de kilómetros después de la entrada de la central, se pasa a unos cuantos metros justo por encima de la subestación de la central, la cual está enclavada en un pequeño y escaso terreno plano, probablemente terraceado a la montaña.  A partir de este sitio está la parte más emocionante, pero a su vez peligrosa, a mi parecer, del camino, pues el camino es más estrecho, la montaña al lado derecho es más empinada y su separación con el camino es inexistente, y al lado izquierdo el cañón hacia el rio es mucho más profundo y escarpado, comienzan además una serie incontable de túneles, de los cuales sorpresivamente podía aparecer un camión o un bus ocupando todo el volumen disponible del mismo, en algunos túneles inclusive, era imposible ver el otro lado, pues incluían una curva en su trazado, estos eran especialmente los más miedosos por el peligro que implicaba, haciendo totalmente imprescindible el uso del pito desde la entrada al túnel.  

Este es el tramo final de la carretera destapada y ya se comienza a sentir el viento frío de la parte alta de la cordillera, antes de terminar este tramo está la presa que alimenta la central pasada anteriormente; cuyo acceso a las instalaciones hidráulicas es al interior de los mismos túneles, simplemente impresionante. 
Cascada 1
Cascada 2

Cascada 3
Cascada 4

Cascada 5

Cascada 6

Luego de varias horas de camino y cerca de las 16:00 horas, estamos llegando al camino asfaltado, estamos en la parte alta de la cordillera, a más de 3000 m.s.n.m.; por esta razón el aire empieza a enfriar y por lo tanto el sudor de todo un día de sol y calor inclemente que se ha acumulado en la ropa y en las botas comienza a enfriarse, haciendo que comience a sentir frío al interior de la chaqueta y del pantalón...
Luego de esta carretera, cuando ya hemos dejado atrás el cañón del pato, pero aún continuamos por una vía paralela al río Santa entramos al valle de Huaraz, donde al lado derecho está la que sea conoce como cordillera negra y al lado izquierdo la cordillera blanca, apelativo muy bien ganado, pues la cordillera es coronada por una gran cantidad de picos blancos, haciendo bastante hermoso el paisaje, además de emocionante para aquellos que a pesar de vivir entre montañas, no vemos tantas montañas blancas, y menos una junto a la otra...

A eso de las 17:00 horas llegamos a la ciudad de Huaráz, y nos damos a la tarea de buscar hotel para pernoctar, preguntamos en algunos pero estaban llenos o no tenían cochera para las motos, condición indispensable para el pernocte en este viaje.  Luego de dar varias vueltas encontramos un hospedaje en una esquina al costado de la plaza de armas, no será el mejor hospedaje del mundo, pero está limpio, tiene el espacio para las motos, es económico y la habitación parece calurosa, condición muy necesaria para pasar una buena noche en la sierra peruana.  No se necesita nada más, eso sí, dicho sea de paso tiene un aire como a la vecindad del Chavo del Ocho.
Huaráz
 Desempacamos, tomamos una ducha, y salimos a Huaráz con cuatro cosas en mente:
1. Cambiar dólares por soles, pues ya escasean los soles comprados en Mancora.
2. Comer.
3. Conocer un poco la ciudad.
4. Comprar un poco de ‘varsol’ para lavar la cadena de la moto de Álvaro. 
Las dos primeras tareas fueron cumplidas fácilmente, sin embargo la cuarta derivo en la tercera, pues fue imposible encontrar ‘varsol’ en esta ciudad, ya fuera porque no conocieran este producto químico, o porque lo conocieran, pero no lo vendían, preguntamos en cuanto negocio de carros y aceites encontramos, ferreterías, hasta graneros, supermercados y droguerías, pero la búsqueda fue totalmente infructuosa.  Conocimos entonces Huaráz, buscando un tarro de ‘varsol’...
Regresamos a la posada, donde reviso y gratamente verifico, que la “curación” realizada a mi moto para reducir la emisión de aceite o al menos limitarlo a un solo punto en el cilindro, funcionó, aunque siempre con el temor que se prendiera o fundiera la cinta “McGyver” usada para tal fin; requinto como todos los días el aceite para garantizar su nivel, y ahora si, a dormir, mañana nos espera el último tramo hasta Lima, por hoy hemos conquistado otro hito, no sólo del viaje si no un hito de aventureros, hemos recorrido y superado con éxito y alegría el Cañón del Pato, eso ha vuelto a librar el paseo.  
Los recuerdos del paisaje, del camino, la sensación de una meta y otro sueño cumplido, no tienen comparación, y esta historia, que espero supere y aguante el pasar de los años y porque no, el de varias generaciones, ya nadie nos la pueden quitar, y nos acompañara por siempre hasta la tumba, y por qué no, más allá...

*  Marca de motos ensambladas solo en Colombia.