Como siempre, el plan es salir a las 6 muy am, estamos listos para
salir y terminando los últimos rituales de
las motos a eso de las 6:30, hora a la cual pasamos a un negocio al costado de la
posada donde estamos para tomar el desayuno y arrancar nuevamente,
esta vez, el destino es la ciudad de Lima, punto de partida del Rally Dakar de
este año (2013) y objetivo
principal o "excusa" para este viaje. Salimos pocos minutos antes de
las 7:00 am, siguiendo la dirección que traíamos el día anterior, rumbo al sur, paramos a
tranquear las motos a pocos kilómetros después de Huaraz.
Plaza de armas de Huaraz |
Postal |
Postal |
Sobre la vía |
Sobre la vía |
Postal |
Postal |
Buen frio, buen paisaje |
Postal |
Con Álvaro sobre la vía |
Panorámicas |
Panorámicas |
Luego de esto y después de pasar un peaje comienza un ascendente y hermoso camino acompañado de un "verdor" nunca antes visto por quien escribe en todos mis viajes al Perú, aún vamos acompañando el río Santa o al menos uno de sus afluentes, el cual, obviamente de un
cauce bastante disminuido, al costado derecho aún continúa la cadena de
picos y picos incontables pero de una belleza sorprendente y extasiaste,
definitivamente cada kilómetro que avanzamos
en este viaje es más y más emocionante y enriquecedor. Estamos en el Callejón del Huaylas.
Postal |
Postal |
Paramos a tomar más de una foto, de esas tipo postal, ya que el paisaje se presta para ello;
desde que salimos de Huaráz unas dos horas
atrás hasta la laguna
de la Conococha, el camino ha sido ascendente cada vez subiendo más y más, los puños calefactables
están encendidos, tengo
puestos los guantes de "invierno" y aún así el frío logra colarse en las manos y en el
cuerpo, son 4100 msnm la altitud alcanzada en la laguna mencionada, es el punto
de mayor altitud lograda en este viaje, y hasta ahora el punto de más altura logrado por mi en moto.
Postales |
Laguna de la Conococha |
Laguna de la Conococha |
En este punto tomamos un ligero tentempié, pan con queso casero bastante rico, justo al frente de la
carretera hacia la Conococha; para luego comenzar el descenso de la montaña, es un lindo paisaje, tanto la montaña como el descenso...
El descenso, como siempre que hago un descenso de montaña, genera somnolencia, por esta razón tenemos que parar más de una vez durante este, para estirar
las piernas y despertar un poco la cabeza; este descenso también es corto, y antes
de dos horas de camino hemos bajado de la sierra, aunque a ciertos kilómetros aún de la carretera Panamericana.
En el descenso, el galón de aceite aun sin destapar... |
El descenso |
El cambio de paisaje de montaña a desierto |
Álvaro |
El descenso |
En 2 Ruedas... |
Cerca del medio día estamos llegando al cruce con la carretera panamericana, a la
altura de Paramonga, hemos vuelto al camino directo hacia Lima, nuestra
aventura e el cañón del pato se ha
acabado...
La Panamericana |
Continúa entonces un tramo
soleado, como todos los días desde que
partimos (exceptuando la llegada a Santo Domingo de Los Colorados, en Ecuador,
y un par de nubes que nos acompañaron hasta la ciudad de Quevedo), sobre una muy buena vía panamericana, hecha en doble
calzada sobre una gran mayoría de sus tramos.
El cruce de la carretera que viene de Huaraz, con la Panamericana,
reviste cierto verdor medio tropical, con unos cultivos de caña en cercanías de Paramonga, de resto, el camino hasta Lima, es una vía que interrumpe el continuo desierto...
Desierto infinito... |
Sobre la panamericana en el Perú hay peajes, que son gratis para las motos, sin embargo no existe
un carril único para este
cruce, en ocasiones es necesario atravesar la vía de manera perpendicular, buscando el borde de las casetas, para
cruzar la caseta.
Los avisos de la carretera y el GPS nos anuncian la inminencia de
nuestra llegada a Lima, el Dakar está cerca, tantos años esperando, soñando, queriendo, imaginando el viaje con
la misma magnitud con que se ha disfrutado.
Un par de kilómetros antes de la
entrada a la región metropolitana de
Lima, está la bahía de Ancón, la cual reviste una cierta magia y belleza, en especial vista
desde la montaña de arena y roca
por la cual escala la panamericana justo antes de llegar a esta población.
Aproximadamente a las dos y media de la tarde cruzamos el aviso
que nos indica la llegada a la ciudad de los reyes, o al menos a su área metropolitana, un par de kilómetros después tomamos el desvío que de la Panamericana lleva hacia el Callao y el aeropuerto,
pues es la ruta más fácil que conozco, además nos permitirá entrar a la ciudad por la panorámica y agradable vía Costanera.
He venido a Lima las más de las veces, (aproximadamente 10 veces, como atestigua el
pasaporte) pero nunca he sentido la gracia y la victoria de esta ocasión, cuando llego en mi propio transporte,
por mis propios méritos y
presupuesto, ¡Qué maravilla!
Ahora bien, por eso, y otras razones no me gustan las grandes
ciudades, el tráfico es
sencillamente insoportable, ocasionado por la cantidad de carros y además de la no muy ortodoxa forma de conducción limeña. Luego de cruzar el Callao, buscando la salida para la
costanera, encontramos el aviso que nos indica que la misma se encuentra
cerrada por reparaciones, por lo tanto continuamos por un par de vías paralelas a esta hasta que logramos
bajar en Magdalena del Mar.
Es en este mismo lugar, Magdalena del mar, donde se encuentra el
campamento de largada del Dakar, el cual se ve maravilloso y majestuoso desde
la parte superior del acantilado.
Sin embargo estamos demasiado cansados como para entrar de una vez al campamento,
decidimos entonces ir a este, mañana temprano y dedicarnos hoy a descansar, guío entonces al amigo Álvaro, desde la Costanera, hasta un par
de cuadras antes del hotel y nos despedimos, mañana nos veremos.
Yo estoy totalmente emocionado por la llegada a Lima en la moto,
en lugar de ir directamente a la casa de mi buen amigo Jorge Díaz (sponsor número dos de este viaje, el primero soy yo), quien me brindara
posada en su casa por el par de días que me encuentre en Lima, me voy directamente hacia la oficina
de la empresa, pues es allá donde estará mi buen amigo,
además de los compañeros de esta oficina a quienes quiero
saludar, pues hace poco termine un proyecto en fuerte colaboración con ellos.
Ya he llegado a dos oficinas de la empresa, sobre mi moto, la sede
de Medellín, y la sede de
Lima. El conserje del edificio no me
reconoce por la ropa de la moto y el casco, obvio, ademas porque llego y parqueo en el garaje disponible en la oficina. (El gerente esta en vacaciones en Colombia)
El carro de mi amigo Jorge y mi moto |
En la oficina saludo a los muchachos, a Jorge y a Virginia, una de
las compañeras más antiguas de esta oficina, casi desde su
fundación, y con quién se ha creado un vínculo laboral, de amistad y de mutua
colaboración, razón entre otras por la cual le tengo en una
muy alta estima. También se encuentra el Ingeniero Trillos, un
personaje iconico de la empresa en la que trabajo.
A la oficina llego cerca de las 5 de la tarde, ya los compañeros andan en función de salida, por lo tanto todos van en el
"colectivo" Miraflorino, como llamo con cariño al carro de Jorge, quien en este
transporta a todos los que van rumbo a este distrito o a sus cercanías.
Arranco justo detrás de ellos, aunque conozco el camino con sobrada precisión, pues justo antes de iniciar este
viaje, estuve trabajando dos meses en Lima, y viviendo en la casa de mi gran
amigo Jorge, por lo tanto era un pasajero asiduo del colectivo Miraflorino.
Luego de cuatro cuadras de ir detrás del auto, es necesario detenerme en un semáforo, justo sobre la vía expresa. Cual sería mi sorpresa y extrañeza al arrancar del semáforo, siento un tirón al soltar el clutch (embrague) y la moto continúa normal, pero al tener que detenerme
después e un cruce, y
tocar el clutch siento que este no tiene tensión, al detener la moto, esta se apaga, pues este es su estado
normal de operación; me inclino a
revisar la palanca de abajo del clutch, la que entra a la caja, buscando que
esta no se mueva al activar la palanca, ante lo cual recibo de la moto una
respuesta negativa; la palanca que entra a la caja se mueve perfectamente, la
guaya de acero está en buen estado.
Me apeo de la moto, tratando de revisar mejor, la búsqueda es totalmente infructuosa, el problema
esta adentro de la caja, el carro de Jorge que se había adelantado, se detiene a esperarme, y se acercan a ver que me
paso, mi respuesta fue: "algo le paso al clutch o a la caja, los cambios
no entran", la pregunta inmediata procedente, que yo también ya me había hecho mentalmente, ¿Qué hacemos?
Bueno, sigamos, yo la empujo a ver cómo me va, mi moto es muy cómoda, siempre que uno va andando, pero la idea de empujar una mole
de 250 kg en seco, sumado a dos maletas llenas de equipaje para ella y para mí, un galón de aceite y la chaqueta, el pantalón de protección y el casco, no me
agrada totalmente. Verifico que cuando
la moto esta apagada es posible hacer los cambios, de primera a neutro, neutro
a segunda, etcétera; así que se me ocurre una gran ociosidad,
vamos con la moto en primera hasta la casa de Jorge.
"Jorge, apoyame detrás con las estacionarias del
carro" le pido, el accede sin reparo y sin indagaciones. Pongo la moto en neutra, la enciendo y
comienzo a empujarla para que tome un cierto impulso, luego. Provisto de una
cierta habilidad física de la que no
me sentía capaz, logro
subirme a la moto poniendo el pie izquierdo sobre el calapie y pasando el
derecho por encima de las maletas, la silla y toda la moto, hasta poderme
sentar tal como se debe sentar uno sobre la moto; todo esto con la ropa de
protección, las botas de
enduro que no son las más cómodas para correr o hacer acrobacias, el
casco, el camelback y todos los aparejos que llevo para el viaje; luego de
estar adecuadamente sentado, y de ver que la moto sigue rodando, encendida y
con el impulso suficiente, hago una brutalidad que me estremece hasta los
huesos, le meto la primera marcha a la caja sin el clutch, ¡ay dolor! La caja de cambios traqueó y sonó de una forma horrible que me dolió más a mi que a ella,
pero bueno, avancé un par de cuadras
hasta que un semáforo en rojo me
obligo a detenerme y claro a que la moto se apagara, justo para cruzar la
avenida Arequipa, la que tuve que cruzar empujando los más de doscientos kilogramos de moto y
equipaje. Repetí el procedimiento
anterior, aproximadamente unas tres o cuatro veces, detenido por los semáforos en rojo, aunque en algunos, que
acababan de cambiar del amarillo, tome la ilegal y peligrosa decisión de cruzarlos, esto para
evitarle más golpes a mi moto
y a mí, que sentía que ya no podía volver a vencer la inercia de más de doscientos kilos en reposo total con la comodísima ropa que tenía para ello.
En ese frenesí de adrenalina,
cansancio y tristeza perdí el rastro del carro
de Jorge, pero logre llegar hasta su casa, donde el llego justo cinco minutos
después. Por la ventana se asuman Jacobo y Ana Sofía, los hijos de Jorge, y Natalia, su
esposa, los cuales me saludan, en especial Jacobo, como siempre de manera
efusiva.
Bajo las maletas de la moto, me quitó la chaqueta y el casco, justo en ese momento llega Jorge, me abre
el parqueadero para entrar la moto, la cual toca entrar empujada por una pequeña pendiente. Sigue siendo brutalmente pesada.
En la casa de Jorge me reciben, como siempre, como si fuera mi
casa, es realmente una familia bien especial, a quienes aprecio y quiero
bastante; descargo mis maletas en la alcoba de Jacobo, quien gentilmente me la
presta, y bueno, saludo, pero me preocupo; me siento en el suelo y me acurruco
a pensar... ¿Qué haré? ¿Qué hago? ¿El viaje se acabó? ¿Qué carajos le pasó a la moto? ¿Se daño el clutch que cambié antes de salir de Medellín? ¿Cómo carajos la voy a arreglar? Tan
preocupado y desanimado estoy, que Jorge se acerca a entregarme parte de la
financiación del viaje
(Negocios que uno hace en procura de sus sueños, y amigos que le secundan esos embelecos a uno) y ni soy capaz
de recibirla, no tengo cabeza para eso. Estoy unos 20 o 30 minutos en esas divagaciones, trato de contactar por
internet al mecánico en Medellín, son las 6 de la tarde, es casi
imposible; además, estoy cansado,
sudado, tal vez no huelo de la mejor manera posible, tal vez mañana piense de una mejor manera y logre
encontrar solución a mi problema.
La conclusión del momento fue:
"Si ya no puedo hacer nada para corregir y arreglar mi situación, ¿para qué me
preocupo?"; la conclusión del día es: "Un día a la vez" (luego sirvió para aplicarla al resto del viaje).
El día se acabó, llegamos a Lima, estamos sanos, salvos,
el Rally arranca en escasos dos días, la moto esta varada, pero el día se acabó, mañana vendrán nuevos problemas, soluciones y aventuras: "Un día a la vez"...
P.D.1.: He cumplido una parte del sueño de mi vida: Recorrer Sudamérica en moto, sin duda me faltan decenas de miles de kilómetros por recorrer, y lugares por
conocer y vivir, pero aún hoy, con el
sentimiento agridulce que causa tener la moto varada, estoy totalmente
orgulloso de mi mismo y feliz...
P.D.2.: "Piensas
mucho cuando vas montado sobre la moto, sobre la vida, el amor, la
muerte, la moto, el paisaje, el calor, el frío, el viento, la montaña,
el desierto, en vos, en ella, en mama, en papá, en todo...
Hoy estoy en Lima, mañana no se, estaré donde mi moto me lleve, no cambiaré esa sensación de sentir el viento sobre tu cuerpo, de sentir que tu máquina es una extensión de tu cuerpo por nada del mundo...
Llegue a Lima en MI MOTO, una ciudad a 3500 km de mi casa, que solo conocía por avión, ahora la conozco mejor, la he conducido, y mejor aún, le recorrí toooodo el camino desde casa...
Ha quedado chuleado también el Cañón del Pato, todo un reto, un desafío, que ruta, solo unas decenas de kilómetros, pero es la ruta mas exigente y peligrosa que haya hecho hasta este momento, y la hicimos, mi niña y yo...
Mañana será otro día, esto se compone!!! Se tiene que componer..."
Hoy estoy en Lima, mañana no se, estaré donde mi moto me lleve, no cambiaré esa sensación de sentir el viento sobre tu cuerpo, de sentir que tu máquina es una extensión de tu cuerpo por nada del mundo...
Llegue a Lima en MI MOTO, una ciudad a 3500 km de mi casa, que solo conocía por avión, ahora la conozco mejor, la he conducido, y mejor aún, le recorrí toooodo el camino desde casa...
Ha quedado chuleado también el Cañón del Pato, todo un reto, un desafío, que ruta, solo unas decenas de kilómetros, pero es la ruta mas exigente y peligrosa que haya hecho hasta este momento, y la hicimos, mi niña y yo...
Mañana será otro día, esto se compone!!! Se tiene que componer..."