sábado, 19 de octubre de 2013

Dia 4. Ecuador...



30 de diciembre, 5:00 am, Cayambe, Ecuador.  Hora de salir a rodar en el Ecuador nuevamente, segundo día rodando fuera de Colombia.  La meta el día de hoy es Machala, al sur del país, en cercanías con la frontera del Perú.
El ritual inicial de todos los días: poner todas las cosas de la moto en su lugar, esta completado.  Programar el GPS con destino a Machala: está hecho; el camino nos espera, la friolera de 670 km.
Estando aún oscuro, la primera tarea sobre la vía, es la búsqueda de la salida hacia Santo Domingo de los Colorados mediante una vía para evitar entrar a Quito.  Esta tarea fue completada con éxito.
La vía para evitar Quito es la “peor” encontrada hasta ahora, sin embargo sigue siendo mejor que muchas autopistas nacionales en Colombia, esta vía se encuentra en proceso de reparación y construcción, lo que hace que rodar por esta, sea más lento, sin embargo en los lugares terminados tiene hasta tres calzadas y amplios radios de curvaturas, permitiendo tomar las curvas a unos cómodos, deliciosos, pero ilegales 100 km/h (el límite de las curvas en el Ecuador, para las motos es de 60 km/h).
El descenso a Santo Domingo de los colorados es muy cómodo, el 40% del camino es en doble calzada, permitiendo un fácil descenso, nada de ir pegados tras los camiones o buses, sin tener ventanas para adelantar.  Se empieza a sentir lo tropical del asunto, la transición de la zona templada de Quito y la entrada a la zona de bosque tropical húmedo en Santo Domingo.
Santo Domingo se encuentra en la zona del piedemonte, justo donde terminan Los Andes, pues a su Poniente, se extiende una alfombra verde, en su mayoría cultivo de plátanos y bananos.  Me recuerda al Urabá, pero con una extensión casi infinita.
El objetivo de hoy es Machala, aún falta mucho camino, por lo tanto Santo Domingo de los Colorados, solo fue un lugar de paso, es el mediodía.
Rumbo al Sur de Santo Domingo se extiende una larga y recta carretera, donde a ambos lados solo se logra ver plátano, plátano y más plátano a lo largo de unos 100 km hasta Quevedo.  Quevedo es una ciudad pequeña, pero de gran barullo, llegados a este punto existen dos opciones para llegar hasta Machala, para la cual nosotros, por esas cosas de disfrutar más el paseo (que va, puro cuento, nos embolatamos en la salida de Quevedo), tomamos la más larga, vía Guayaquil.
Contrario a lo que esperábamos, ha sido un día nuboso, con algunas lloviznas saliendo de Santo Domingo, gracias a esto el día y la rodada ha estado fresca, puesto que estamos casi a nivel del mar.  La expectativa era estar al punto de fusión, afortunadamente el clima nos sonrió.
Luego de varias horas de camino, a eso de las 4 y pico de la tarde llegamos a Guayaquil, craso error, esquivamos Quito, pero no pudimos esquivar la ciudad más grande de Ecuador, Guayaquil…
Rodar en una ciudad grande implica tráfico, semáforos, inseguridad, y si a eso se le suma el no conocer la ciudad y el cansancio de casi 12 horas sobre la mota, es muy probable que el viaje pierda dinamismo y placer.  En algún punto al interior de la ciudad, perdí a Álvaro de mi retrovisor, continué avanzando lentamente en el camino a Machala, con la esperanza de reencontrarnos, lo cual no sucedió.  Sin embargo, esto permitió apreciar con cuidado el hermoso puente que cruza el rio Guayas, cerca de su desembocadura en el Pacifico.  ¡Que rio grande, que puente majestual!  Aproximadamente dos kilómetros de puente, con una muy bonita arquitectura…
Las primeras decenas de kilómetros del camino hacia Machala las hice con lentitud, tratando de que Álvaro apareciera en mi espejo nuevamente, sin embargo luego de que fueran cerca de las 6 de la tarde, me di por vencido y aceleré un poco el paso, para tratar de llegar a Machala con la luz del día.  La esperanza es encontrarlo en Machala, en la frontera al día siguiente, o en Mancora para el año nuevo…
La entrada a Machala, por cuenta del GPS, me hizo dar un par de vueltas desagradables, y perderme ligeramente, pero al final encontré una gasolinera, en la cual paré a comer un pequeño tentempié.  ¡Oh sorpresa! Aún con un perro caliente en la boca, y sin haber pagado, o tomado la gaseosa, pasa Álvaro por la calle hacia Machala, pero no ve mi moto.  Me atraganto el perro como puedo, lo pago, me visto (esto significa vestir la chaqueta, buff, casco, guantes), y salto hacia la moto, con la esperanza de alcanzarlo adelante.  La suerte nos sonríe, y dos cuadras adelante logro alcanzarlo, pues Álvaro paró en el primer hotel que vio, para preguntar por alojamiento.
Nos alojamos en el segundo hotel que encontramos, en una esquina, a escasas cuadras de la plaza de armas de Machala, sencillo, pero barato, y tiene lo que necesitamos, un garaje, una cama y una ducha…
Uno puede rodar solo, rodar solo no es malo, tiene ventajas en cuanto al ritmo de rodada, escoges tu solo donde paras, que camino tomas, donde comes, donde tomas fotos, y todo el asunto.  Pero un viaje largo y en un lugar desconocido, siempre es mejor hacerlo con alguien conocido, es bueno tener con quien conversar, con quien revivir al final del día esas pequeñas historias, las rectas, las curvas, la comida, el paisaje; pero aparte del tema poético, existen otras ventajas, como el apoyo en caso de una varada o la ayuda en caso de un accidente. Una de las cosas lindas y emocionantes de rodar en una moto, es la camaradería que se da en el camino...

(Desafortunadamente,y debido a la prisa por llegar a Machala, para llegar con tiempo a la largada del Dakar y entrar al Cañon del Pato, no hubo oportunidad de tomar fotografías en esta jornada)