viernes, 24 de octubre de 2014

Día 9. El Bivouac...

Amanece en Lima, hace varios años no me toca un verano, pues de tantas veces que he venido a Lima, sólo un par de ellas ha sido en dicha estación, la mayoría han sido en invierno, por lo que no estoy tan acostumbrado a una mañana tan soleada en esta ciudad.

Con la mañana aún fresca, pero bien soleada, me asomo a la ventana, y que sorpresa, ver al frente de la casa de Jorge una de las camisetas marcadas con Dakar, la marca Colombia y los colores amarillo, azul y rojo; este mundo es bien pequeño. Los saludo y tengo con ellos una pequeña conversación, les muestro mi moto varada justo debajo del apartamento de Jorge y ellos me dicen que llame a Gallo (En referencia al dueño-gerente de Ruta 40, el concesionario de BMW Motorrad en Medellín). 

Ellos me animan a llamar a Medellín al concesionario y a intentar arreglar la moto en Lima; pues una de las acciones tomadas ayer en la noche fue el llamar a la aseguradora en Colombia para llevar la moto hasta Medellín, pues para eso es la asistencia en carretera que tengo con la póliza. Ahora bien, la aseguradora me informa que sí, que ellos llevan mi moto desde Lima hasta Medellín, que sin embargo eso se puede salir del valor de la cobertura del seguro para dicha asistencia, que ellos harán la consulta y me informarán el día siguiente, es decir hoy.

Ayer también alcancé a hablar con Álvaro por Facebook, pues de esas cosas de la vida, nos despedimos pero nunca quedamos en una forma de encontrarnos nuevamente o de contactarnos, yo tengo el celular con la SIM Card de Perú que tuve hace dos meses, ¿Pero cómo carajos puedo comunicarme con Álvaro? Bueno, le cuento lo que le paso a mi moto, quedamos en que le llego al hotel a las 9:00 am, de donde vamos a ir a la oficina de IEB, donde puedo llamar a Colombia fácilmente.

Luego de un análisis semi concienzudo en la noche, creo que el problema está en el disco de clutch (embrague) cambiado antes de salir de Colombia, allá tengo el disco viejo, entonces la solución planteada es llamar a Colombia, para que de una manera u otra me lo traigan hasta Lima. Mi esperanza es Juan Diego (Fuji), un compañero de la oficina, para que me mande el disco, y de una vez pues que me mande el empaque de culata que viene fallando desde la salida de Medellín y me tiene la moto vuelta una melodía de lodo de arena y aceite. 

Estando en el hotel de Álvaro veo que hay otras dos motos, una Honda Transalp de las de principios de los noventa, y una KLR 650; la primera es conducida por una pareja de británicos que cruzaron el Atlántico en barco y arrancaron en el continente desde Canadá, la segunda es conducida por Alan, un señor de 76 años, Canadiense. Este señor despierta nuestra admiración, pues no habla cinco palabras de español, pero viene desde el norte y ya está en Lima, además, es admirable que esa edad aún tenga las ganas y la fuerza para emprender un viaje de tal envergadura. Intercambio un par de palabras con el hombre, en un inglés “machacaito”, como dicen por ahí. Una de las conclusiones de esa conversación, es que cuando sea viejo quiero seguir teniendo el mismo espíritu aventurero que tengo ahora, la misma pasión por las motos, y la energía de este señor. ¡Cuando tenga 80 años, aún quiero seguir andando en moto por el mundo!

Con el amigo Canadiense y otro Colombiano

La KLR canadiense

La Transalp Britanica

Con el conductor británico

Salgo junto con Álvaro en su moto, rumbo a la oficina de IEB, para llamar a mi casa y a la oficina en Medellín, y pedir los repuestos. En ese pequeño tramo recuerdo lo malo que soy para ser parrillero y lo mucho que me disgusta el tráfico de las grandes ciudades y en especial el Limeño, que no se caracteriza por ser muy ordenado.

Luego de las llamadas a Colombia, decidimos que es hora de ir a lo que vinimos, ¡Al campamento del Dakar!


Bivouac Dakar 2013

Unos 15 o 20 minutos luego de salir de la oficina llegamos a la playa de Magdalena del Mar, lugar donde esta ubicada la tarima y el bivouac del Rally. Cuando estamos buscando como entrar a la zona del público, pero sin bajarnos aun de la moto, vemos el Wrangler Naranja que nos encontramos un par de días antes llegando a Trujillo. Ellos nos pitan, nos saludan, y nos apeamos de la moto a saludarlos. En el carro viene la pareja que viene desde Colombia el Wrangler y Emilio, el amigo de Álvaro, quien venía en la TDM 900. Nos cuentan que llegaron desde antes de ayer y que desde ese mismo día y ayer durante todo el día estuvieron allá, acompañando a los pilotos colombianos, y que cuando llegaron, cansados, con los trajes de la moto, con las motos sucias, la gente creía que eran pilotos del Dakar, que estaban compitiendo y por eso la gente les pedían fotografías y hasta autógrafos, nosotros no les creíamos, pero bueno, dieron fé de ello, toca creerles, son las historias curiosas del paseo.

El Wrangler y Álvaro

Les preguntamos entonces, ¿Cómo es el asunto para entrar? ¿Por dónde entramos? ¿Dónde y cuánto se paga? Ellos nos dicen: “No, no entramos allá, donde se paga, nosotros entramos a un lugar mejor, sígannos en la moto, no paren y no miren raro a nadie, que nosotros los entramos”. 
Bueno, les obedecemos y nos vamos trás ellos, y los vemos entrar por una portería enmallada, al lado de la playa, con dos policías en la puerta y el interior lleno de camiones del Dakar, justo en ese momento, la moto de Álvaro se apaga y el Wrangler se aleja por la puerta, los policías miran hacia donde estamos, con la moto apagada, y justo en ese momento, Álvaro vuelve a prenderla, y entramos...

El Wrangler y la XR al interior del Bivouac

El panorama es sencillamente increíble, creíamos que estábamos al interior de la zona del público sin haber pagado, pero no, no estábamos en la zona del público, estábamos en la zona de los pilotos y de los equipos, lejos del público... 
Solo camiones de equipos, carros de equipos, camiones competidores, carros competidores, motos competidoras y nosotros, ¡Los Colombianos colados en el campamento del Rally Dakar 2013!

Estamos en Lima

Estamos en Lima

Esto es sencillamente maravilloso, esto ha librado el paseo, estar en la zona de competidores, en la zona de equipos, estamos viviendo el Dakar; esto no era lo que queríamos, ¡Es mil veces mejor! 

Camión y yo

Camión y Álvaro

Camión, motos colombianas y Álvaro


Mas camiones y yo


Caminando por el lugar vemos la moto del campeón, Cyril Despres, cuatro veces campeón del rally, vemos algunas motos de Colombianos, buscamos las de Mateo y Marco (competidores de Medellín) pero ya ellos salieron a la verificación técnica. 

La moto del campeón y Álvaro

Las KTM y la XR

La moto del campeón y Camilo

La moto del campeón

Carro competidor, Álvaro y XR


Carro competidor + XR

Carro competidor y Juan Camilo











Carro competidor, Camilo y XR

Álvaro y motos Colombianas

Álvaro y motos Colombianas

Moto del Colombiano Nando Jaramillo

Motos Colombianas

Las motos Colombianas

Motos Colombianas

Camión de apoyo

Camilo y camión de apoyo Polaco


En esa búsqueda y caminada, llegamos a una zona de preparación y espera para la verificación técnica, es acá donde nos vemos el Hummer de Robby Gordon (quien particularmente a mi, no me simpatiza), una colección de minis (campeones del Rally anterior), al príncipe de Catar, Nasser Al-Attiyah (campeón del 2010), al piloto de Colombia, 'Chilo' Sarmiento, además nos encontramos al amigo colombiano quien quería ir al cañón del Pato y con quien nos cruzamos antes de Trujillo en el convoy de motos y el Wrangler, también está en esta zona otro Colombiano que vino en moto, Joao Aguirre, conocido por internet antes de salir, gracias a un par de amigos en común que también están por estos lados, pero que no los he visto. Joao tiene un problema un poco más grave que el mío, pues en pleno desierto de Sechura, su moto, BMW R1200GS decidió que no iba más, y el motor empezó a sonar como si fuera una máquina diésel y dejo de andar, tuvo que llegar a Lima en bus, y mandar la moto en un camión, y esta a la espera de ver que se resuelve.

Álvaro y Robby Gordon

Robby Gordon's Hummer

Entrando a la inspección técnica

Nasser Al-Attiyah Príncipe de Qatar

Perú, Argentina, Chile


Con el amigo Juan Carlos, quien quería ir al cañón del pato

Seguimos caminando y llegamos a una carpa gigante, donde por supuesto entramos, es una carpa de estar para los pilotos y sus equipos, en este lugar nos encontramos a Nani Roma (campeón del 2004 en motos quien ahora va en un mini) con quien Álvaro alcanza a tomarse una foto; también nos encontramos al equipo del Café de Colombia, quien compite con un Nissan, y ¡Oh sorpresa! ¿Quien es el señor de bigote, gorra y bronceado que está junto a ese grupo de Colombianos de tal equipo, con quienes conversamos acerca de nuestras aventuras desde Medellín en moto? Si señor, el mismo que es la mejor imagen de Colombia al interior y por fuera de ella, el señor Juan Valdez (quien en realidad se llama Carlos, pero encarna muy bien su personaje), ese campesino que recorre el mundo con su mula Conchita (esa si no estaba acá) vendiendo una Colombia cafetera, que ya no lo es tanto, pero el señor sigue siendo un icono del país, además don Carlos es particularmente un señor muy humilde y sencillo, tal como uno se imagina a Juan Valdez si fuera real; yo, quien soy un X completamente, pero también un enamorado de Colombia no pierdo la oportunidad y me tragó mi timidez y pido la foto de rigor con Juan Valdez, pedido que tiene respuesta positiva, de un maletín sacan el poncho y el sombrero para Don Carlos, además, nos regalan las gorras respectivas de Café de Colombia, que buena experiencia.

 
Así se cumplen los sueños...


Así, así se cumplen los sueños... (Que no quepa duda)

Con Juan Valdez
Álvaro y Juan Valdez

Álvaro y Nani Roma

¡Dakar!

Mini



Nos despedimos de don Juan (don Carlos) quien siempre estuvo muy sorprendido de que hubiéramos venido en moto desde Medellín, hasta Lima, puesto que eso quedaba muy lejos (y tiene razón) que si no nos dolía mucho la nalga y la espalda, jejejeje...
Continuamos nuestro caminar, volvemos a la zona de espera de los autos, ya tenemos hambre, son cerca de las dos de la tarde y no hemos almorzado aún, por lo que vamos pensando en salir, lo que implica dejar el bivoac, pues sería difícil colarnos nuevamente.
Álvaro me dice que le ha sentido unos ruidos raros a la moto, que el quiere buscar un taller, yo no conozco, sin embargo llamo a un amigo Trujillano Julio de Perú Moto Aventura, a quien conozco por internet, el me da un número telefónico de un señor Cristian, que tiene un taller en Surquillo, decidimos pues ir allá a revisar la moto de Álvaro, salimos del bivouac, más que contentos y felices, pues el paseo se ha librado con creces con la caminada de hoy.

Antes de seguir para la ciudad, paramos, pues quiero comprar una gorra y unas calcomanias, para el recuerdo, lo cual hago en la tienda de recuerdos, inclusive sin quitarme el casco; unos metros antes de regresar a la moto, alguien toca mi brazo, es una señora quien lleva dos niños y nos pide que si los niños pueden tomarse una foto con nosotros, yo no se qué decir, quedo tildado, le grito a Álvaro entre mi sorpresa y risa que los niños quieren tomarse una foto con nosotros, a lo que accedemos con una sonrisa en nuestros rostros y recordando a nuestros amigos del convoy de motos a quienes no les creíamos, luego de esta señora llego otra familia con el mismo objetivo. Es probable que creyeran que éramos pilotos del Rally, pero, ¿Quienes somos nosotros para dañarles la ilusión a unos pelaos? ¡No somos nadie! Siempre seguirán creyendo que se tomaron la foto con unos pilotos del Rally que alguna vez partió de Lima, si algún día leen este blog y descubren que no fue así, espero entiendan el porque del 'engaño', y espero también que estas aventuras sean dignas de que nosotros compartamos una foto con ustedes, y por favor envíen una copia de tan maravillosa foto, pues nosotros no quedamos con ese registro.

Vamos a la ciudad buscando el taller, el cual queda al frente de la estación del metro Ayacucho, no es tan difícil de encontrar, al revisar la moto de Álvaro, y sacarle el aceite que el mismo había puesto esta mañana, el aceite sale con limalla o viruta de acero, lo cual es bastante preocupante; mientras tanto, hablo con Cristian, el dueño del taller, para ver si el podría hacer algo por mi moto, a lo que responde positivamente, hay que traerla y revisar el clutch, a ver que pasó, el me da el dato de una grúa, con la cual hablo inmediatamente para que recojan la moto en la casa de Jorge, mientras la grúa va, me da tiempo a mi de ir también hasta allá, pues tampoco queda cerquita (aunque en perspectiva, y de acuerdo al tamaño de la ciudad, si es cerca). Durante mi ida por la moto, Álvaro se queda mientras miran que le paso a la moto y que se le puede hacer. 

Al llegar a la casa de Jorge, me esta esperando una grúa, que más bien parece un camión de basura (que vergüenza, no es por sonar despectivo, pero eso parecía) y me dicen que vienen por mi moto, de parte de la aseguradora, yo les digo que no, que eso no puede ser posible, pues yo le dije a la aseguradora que no me iba a llevar la moto con ellos por ahora, los manes no entendían, por lo que tuve que llamar a la aseguradora para que llamarán a la grúa, en la lista de motos que tenían para recoger, estaba la de Joao, a quien llamo a contarle, para que este advertido, también les digo a los de la aseguradora, que no esperen que uno suba la moto a esa grúa, pues no se ve que sea una grúa o un proveedor de cuidado y confianza, lo siento, pero esa grúa no genera absolutamente nada de esto. 

Durante la discusión con la grúa de la aseguradora, llega la grúa que había llamado del taller, eso si era una grúa, hidráulica y con toda la cosa, la moto queda bien amarrada y no hay que hacer fuerza entre mucha gente, simplemente se lleva la moto empujada a una plataforma y esta sube y queda la moto atada y bien soportada, una grúa muy bien halada, ni en Medellín he visto de esas. 

En la grúa

En la grúa

En la grúa

Mientras tanto, la XR en el taller


Me duele mucho ver mi moto en esas condiciones, pero bueno, todo es parte del paseo.  Al llegar al taller y bajar la moto, ya son como las cinco de la tarde, Álvaro está con una cara larguísima, el problema es grave, pues los discos separadores de Clutch han sido mascados porque no le llegó lubricación al clutch, es probable que los repuestos se consigan en Lima, pero quien sabe, la probabilidad no es muy alta, es viernes además, mañana sale el Rally y todo el mundo con moto va a seguirlos o al menos a ir hasta Pisco, como era nuestro plan originalmente, el cual se ha truncado, ya hoy no hay mucho que hacer, estamos en el taller como hasta las 7 de la noche mirando opciones de que hacer y como seguir con ambas motos varadas...Por cierto, en el taller hay cuatro motos ecuatorianas, conversando con ellos, una de esas motos me dice que el viene desde Ecuador con una V-Strom colombiana cuyo piloto es Julian, si Julian Corona, con quien quedamos de encontrarnos, pero el salió dos días más tarde, y hablamos mientras estuve en Colombia, pero luego no pude hablar con el, además el Whatsapp se daño recién salí de Colombia, y por Facebook no nos hemos comunicado, el Ecuatoriano tampoco sabe donde está en Lima.

Algunos amigos Ecuatorianos, al fondo, la moto en la grúa en el taller
 
¡Oh! El dolor

Hablo por teléfono con Julio, pues quedamos de encontrarnos y tomarnos unas cervezas y comer algo, el se queda en un hotel en Miraflores, a donde llegamos Alvaro y yo en taxi (con cierta cara amarga, pues que pereza llegar en taxi), saludamos a Julio, y vamos al sótano del hotel donde están las motos parqueadas, pues algunos de los ecuatorianos que habían en el taller se hospedan acá también, al igual que unos colombianos (uno de ellos lo reconozco, pues lo vi en la frontera Ecuador-Perú), moteros de toda Sudamérica, es bien fraternal, pintoresca y hermosa la imagen.

La foto de la fraternidad


Salimos del hotel con la intención de comer algo, vamos a un Pardo's (Pollería famosa en Perú, muy rica) cerca de ahí, nos acompañan los ecuatorianos, pero se despiden al entrar al restaurante, pues ellos madrugan mañana para Pisco. Compartimos en el restaurante un rato con Julio, Alicia, una Chilena radicada en Perú amiga de el, y un amigo de Alicia, peruano, periodista de motos, parece ser, luego de un rato decidimos irnos Álvaro y yo, pues estamos cansados y queremos madrugar a ver la largada del Rally mañana, ese era uno de los objetivos del viaje. Julio y Alicia se despiden, no sin antes ponerse a nuestra disposición en lo que necesitemos, Alicia también nos ofrece hospedaje si necesitamos mientras estemos varados, y nos invitan a la cena.


Este es el espíritu motero y es una de las cosas que también me gusta de andar en moto, pues cada uno tiene su camino, su ritmo, su moto, su destino, pero el espíritu es el mismo, y hoy me dio mucho gusto comprobar esto, que ya lo había vivido en Medellín, pero ahora lo compruebo en otro país, el sentimiento es transcontinental y no importa de donde eres, hoy me acuesto (a pesar de la condición de mi moto y la incertidumbre del futuro de la misma) supremamente contento y feliz, mañana será la largada del Dakar, ¡¡¡DAKAR!!!

sábado, 22 de febrero de 2014

Día 8. La cordillera blanca, la cordillera negra y la ciudad de los reyes...



Como siempre, el plan es salir a las 6 muy am, estamos listos para salir y terminando los últimos rituales de las motos a eso de las 6:30, hora a la cual pasamos a un negocio al costado de la posada donde estamos para tomar el desayuno y arrancar nuevamente, esta vez, el destino es la ciudad de Lima, punto de partida del Rally Dakar de este año (2013) y objetivo principal o "excusa" para este viaje.  Salimos pocos minutos antes de las 7:00 am, siguiendo la dirección que traíamos el día anterior, rumbo al sur, paramos a tranquear las motos a pocos kilómetros después de Huaraz.
 
Plaza de armas de Huaraz

Plaza de armas de Huaraz

Postal

Postal

Sobre la vía

Sobre la vía

Postal

Postal

Buen frio, buen paisaje

Postal

Con Álvaro sobre la vía
 
Panorámicas


Panorámicas


Luego de esto y después de pasar un peaje comienza un ascendente y hermoso camino acompañado de un "verdor" nunca antes visto por quien escribe en todos mis viajes al Perú, aún vamos acompañando el río Santa o al menos uno de sus afluentes, el cual, obviamente de un cauce bastante disminuido, al costado derecho aún continúa la cadena de picos y picos incontables pero de una belleza sorprendente y extasiaste, definitivamente cada kilómetro que avanzamos en este viaje es más y más emocionante y enriquecedor. Estamos en el Callejón del Huaylas.



Postal
Postal
Paramos a tomar más de una foto, de esas tipo postal, ya que el paisaje se presta para ello; desde que salimos de Huaráz unas dos horas atrás hasta la laguna de la Conococha, el camino ha sido ascendente cada vez subiendo más y más, los puños calefactables están encendidos, tengo puestos los guantes de "invierno" y aún así el frío logra colarse en las manos y en el cuerpo, son 4100 msnm la altitud alcanzada en la laguna mencionada, es el punto de mayor altitud lograda en este viaje, y hasta ahora el punto de más altura logrado por mi en moto.
Postales
Laguna de la Conococha
Laguna de la Conococha

En este punto tomamos un ligero tentempié, pan con queso casero bastante rico, justo al frente de la carretera hacia la Conococha; para luego comenzar el descenso de la montaña, es un lindo paisaje, tanto la montaña como el descenso... 



El descenso, como siempre que hago un descenso de montaña, genera somnolencia, por esta razón tenemos que parar más de una vez durante este, para estirar las piernas y despertar un poco la cabeza; este descenso también es corto, y antes de dos horas de camino hemos bajado de la sierra, aunque a ciertos kilómetros aún de la carretera Panamericana.

En el descenso, el galón de aceite aun sin destapar...

El descenso

El cambio de paisaje de montaña a desierto

Álvaro

El descenso

En 2 Ruedas...



Cerca del medio día estamos llegando al cruce con la carretera panamericana, a la altura de Paramonga, hemos vuelto al camino directo hacia Lima, nuestra aventura e el cañón del pato se ha acabado...
La Panamericana


Continúa entonces un tramo soleado, como todos los días desde que partimos (exceptuando la llegada a Santo Domingo de Los Colorados, en Ecuador, y un par de nubes que nos acompañaron hasta la ciudad de Quevedo), sobre una muy buena vía panamericana, hecha en doble calzada  sobre una gran mayoría de sus tramos. 

El cruce de la carretera que viene de Huaraz, con la Panamericana, reviste cierto verdor medio tropical, con unos cultivos de caña en cercanías de Paramonga, de resto, el camino hasta Lima, es una vía que interrumpe el continuo desierto...
Desierto infinito...
Sobre la panamericana en el Perú hay peajes, que son gratis para las motos, sin embargo no existe un carril único para este cruce, en ocasiones es necesario atravesar la vía de manera perpendicular, buscando el borde de las casetas, para cruzar la caseta.


Los avisos de la carretera y el GPS nos anuncian la inminencia de nuestra llegada a Lima, el Dakar está cerca, tantos años esperando, soñando, queriendo, imaginando el viaje con la misma magnitud con que se ha disfrutado.


Un par de kilómetros antes de la entrada a la región metropolitana de Lima, está la bahía de Ancón, la cual reviste una cierta magia y belleza, en especial vista desde la montaña de arena y roca por la cual escala la panamericana justo antes de llegar a esta población.

Aproximadamente a las dos y media de la tarde cruzamos el aviso que nos indica la llegada a la ciudad de los reyes, o al menos a su área metropolitana, un par de kilómetros después tomamos el desvío que de la Panamericana lleva hacia el Callao y el aeropuerto, pues es la ruta más fácil que conozco, además nos permitirá entrar a la ciudad por la panorámica y agradable vía Costanera.


He venido a Lima las más de las veces, (aproximadamente 10 veces, como atestigua el pasaporte) pero nunca he sentido la gracia y la victoria de esta ocasión, cuando llego en mi propio transporte, por mis propios méritos y presupuesto, ¡Qué maravilla!


Ahora bien, por eso, y otras razones no me gustan las grandes ciudades, el tráfico es sencillamente insoportable, ocasionado por la cantidad de carros y además de la no muy ortodoxa forma de conducción limeña. Luego de cruzar el Callao, buscando la salida para la costanera, encontramos el aviso que nos indica que la misma se encuentra cerrada por reparaciones, por lo tanto continuamos por un par de vías paralelas a esta hasta que logramos bajar en Magdalena del Mar.


Es en este mismo lugar, Magdalena del mar, donde se encuentra el campamento de largada del Dakar, el cual se ve maravilloso y majestuoso desde la parte superior del acantilado.  Sin embargo estamos demasiado cansados como para entrar de una vez al campamento, decidimos entonces ir a este, mañana temprano y dedicarnos hoy a descansar, guío entonces al amigo Álvaro, desde la Costanera, hasta un par de cuadras antes del hotel y nos despedimos, mañana nos veremos.


Yo estoy totalmente emocionado por la llegada a Lima en la moto, en lugar de ir directamente a la casa de mi buen amigo Jorge Díaz (sponsor número dos de este viaje, el primero soy yo), quien me brindara posada en su casa por el par de días que me encuentre en Lima, me voy directamente hacia la oficina de la empresa, pues es allá donde estará mi buen amigo, además de los compañeros de esta oficina a quienes quiero saludar, pues hace poco termine un proyecto en fuerte colaboración con ellos.


Ya he llegado a dos oficinas de la empresa, sobre mi moto, la sede de Medellín, y la sede de Lima.  El conserje del edificio no me reconoce por la ropa de la moto y el casco, obvio, ademas porque llego y parqueo en el garaje disponible en la oficina. (El gerente esta en vacaciones en Colombia)
 
Destino:Lima.  80931 km

El carro de mi amigo Jorge y mi moto

 
Con mi amigo Jorge (el Diitaz!!!)
En la oficina saludo a los muchachos, a Jorge y a Virginia, una de las compañeras más antiguas de esta oficina, casi desde su fundación, y con quién se ha creado un vínculo laboral, de amistad y de mutua colaboración, razón entre otras por la cual le tengo en una muy alta estima.  También se encuentra el Ingeniero Trillos, un personaje iconico de la empresa en la que trabajo.
 

A la oficina llego cerca de las 5 de la tarde, ya los compañeros andan en función de salida, por lo tanto todos van en el "colectivo" Miraflorino, como llamo con cariño al carro de Jorge, quien en este transporta a todos los que van rumbo a este distrito o a sus cercanías.


Arranco justo detrás de ellos, aunque conozco el camino con sobrada precisión, pues justo antes de iniciar este viaje, estuve trabajando dos meses en Lima, y viviendo en la casa de mi gran amigo Jorge, por lo tanto era un pasajero asiduo del colectivo Miraflorino.

Luego de cuatro cuadras de ir detrás del auto, es necesario detenerme en un semáforo, justo sobre la vía expresa.  Cual sería mi sorpresa y extrañeza al arrancar del semáforo, siento un tirón al soltar el clutch (embrague) y la moto continúa normal, pero al tener que detenerme después e un cruce, y tocar el clutch siento que este no tiene tensión, al detener la moto, esta se apaga, pues este es su estado normal de operación; me inclino a revisar la palanca de abajo del clutch, la que entra a la caja, buscando que esta no se mueva al activar la palanca, ante lo cual recibo de la moto una respuesta negativa; la palanca que entra a la caja se mueve perfectamente, la guaya de acero está en buen estado. 


Me apeo de la moto, tratando de revisar mejor, la búsqueda es totalmente infructuosa, el problema esta adentro de la caja, el carro de Jorge que se había adelantado, se detiene a esperarme, y se acercan a ver que me paso, mi respuesta fue: "algo le paso al clutch o a la caja, los cambios no entran", la pregunta inmediata procedente, que yo también ya me había hecho mentalmente, ¿Qué hacemos?


Bueno, sigamos, yo la empujo a ver cómo me va, mi moto es muy cómoda, siempre que uno va andando, pero la idea de empujar una mole de 250 kg en seco, sumado a dos maletas llenas de equipaje para ella y para mí, un galón de aceite y la chaqueta, el pantalón de protección y el casco, no me agrada totalmente.  Verifico que cuando la moto esta apagada es posible hacer los cambios, de primera a neutro, neutro a segunda, etcétera; así que se me ocurre una gran ociosidad, vamos con la moto en primera hasta la casa de Jorge.  
"Jorge, apoyame detrás con las estacionarias del carro" le pido, el accede sin reparo y sin indagaciones.  Pongo la moto en neutra, la enciendo y comienzo a empujarla para que tome un cierto impulso, luego. Provisto de una cierta habilidad física de la que no me sentía capaz, logro subirme a la moto poniendo el pie izquierdo sobre el calapie y pasando el derecho por encima de las maletas, la silla y toda la moto, hasta poderme sentar tal como se debe sentar uno sobre la moto; todo esto con la ropa de protección, las botas de enduro que no son las más cómodas para correr o hacer acrobacias, el casco, el camelback y todos los aparejos que llevo para el viaje; luego de estar adecuadamente sentado, y de ver que la moto sigue rodando, encendida y con el impulso suficiente, hago una brutalidad que me estremece hasta los huesos, le meto la primera marcha a la caja sin el clutch, ¡ay dolor! La caja de cambios traqueó y sonó de una forma horrible que me dolió más a mi que a ella, pero bueno, avancé un par de cuadras hasta que un semáforo en rojo me obligo a detenerme y claro a que la moto se apagara, justo para cruzar la avenida Arequipa, la que tuve que cruzar empujando los más de doscientos kilogramos de moto y equipaje. Repetí el procedimiento anterior, aproximadamente unas tres o cuatro veces, detenido por los semáforos en rojo, aunque en algunos, que acababan de cambiar del amarillo, tome la ilegal y peligrosa decisión de cruzarlos, esto para evitarle más golpes a mi moto y a mí, que sentía que ya no podía volver a vencer la inercia de más de doscientos kilos en reposo total con la comodísima ropa que tenía para ello.


En ese frenesí de adrenalina, cansancio y tristeza perdí el rastro del carro de Jorge, pero logre llegar hasta su casa, donde el llego justo cinco minutos después.  Por la ventana se asuman Jacobo y Ana Sofía, los hijos de Jorge, y Natalia, su esposa, los cuales me saludan, en especial Jacobo, como siempre de manera efusiva.

Bajo las maletas de la moto, me quitó la chaqueta y el casco, justo en ese momento llega Jorge, me abre el parqueadero para entrar la moto, la cual toca entrar empujada por una pequeña pendiente.  Sigue siendo brutalmente pesada.


En la casa de Jorge me reciben, como siempre, como si fuera mi casa, es realmente una familia bien especial, a quienes aprecio y quiero bastante; descargo mis maletas en la alcoba de Jacobo, quien gentilmente me la presta, y bueno, saludo, pero me preocupo; me siento en el suelo y me acurruco a pensar... ¿Qué haré? ¿Qué hago? ¿El viaje se acabó? ¿Qué carajos le pasó a la moto? ¿Se daño el clutch que cambié antes de salir de Medellín? ¿Cómo carajos la voy a arreglar? Tan preocupado y desanimado estoy, que Jorge se acerca a entregarme parte de la financiación del viaje (Negocios que uno hace en procura de sus sueños, y amigos que le secundan esos embelecos a uno) y ni soy capaz de recibirla, no tengo cabeza para eso. Estoy unos 20 o 30 minutos en esas divagaciones, trato de contactar por internet al mecánico en Medellín, son las 6 de la tarde, es casi imposible; además, estoy cansado, sudado, tal vez no huelo de la mejor manera posible, tal vez mañana piense de una mejor manera y logre encontrar solución a mi problema.


La conclusión del momento fue: "Si ya no puedo hacer nada para corregir y arreglar mi situación, ¿para qué me preocupo?"; la conclusión del día es: "Un día a la vez" (luego sirvió para aplicarla al resto del viaje).


El día se acabó, llegamos a Lima, estamos sanos, salvos, el Rally arranca en escasos dos días, la moto esta varada, pero el día se acabó, mañana vendrán nuevos problemas, soluciones y aventuras: "Un día a la vez"...


P.D.1.: He cumplido una parte del sueño de mi vida: Recorrer Sudamérica en moto, sin duda me faltan decenas de miles de kilómetros por recorrer, y lugares por conocer y vivir, pero aún hoy, con el sentimiento agridulce que causa tener la moto varada, estoy totalmente orgulloso de mi mismo y feliz...

P.D.2.:  "Piensas mucho cuando vas montado sobre la moto, sobre la vida, el amor, la muerte, la moto, el paisaje, el calor, el frío, el viento, la montaña, el desierto, en vos, en ella, en mama, en papá, en todo...
Hoy estoy en Lima, mañana no se, estaré donde mi moto me lleve, no cambiaré esa sensación de sentir el viento sobre tu cuerpo, de sentir que tu máquina es una extensión de tu cuerpo por nada del mundo...
Llegue a Lima en MI MOTO, una ciudad a 3500 km de mi casa, que solo conocía por avión, ahora la conozco mejor, la he conducido, y mejor aún, le recorrí toooodo el camino desde casa...
Ha quedado chuleado también el Cañón del Pato, todo un reto, un desafío, que ruta, solo unas decenas de kilómetros, pero es la ruta mas exigente y peligrosa que haya hecho hasta este momento, y la hicimos, mi niña y yo...
Mañana será otro día, esto se compone!!! Se tiene que componer..."